martes, 19 de julio de 2016

Altas capacidades

   Cuando veo a algunos padres describir ojipláticos los progresos de su peque y decir con orgullo “a lo mejor es superdotado”, lo que pienso es que está muy bien que se alegren pero a mí me recorrería una gotita de sudor por la espalda, y es que ser padres de un niño de altas capacidades no es tan fácil como algunos se imaginan.

   Algunos imaginan a los niños de altas capacidades como niños que aprenden solos, que no hace falta ni ayudarles con los deberes, vamos que a poco más y se cambian solitos los pañales, y por supuesto esto les garantiza que triunfen en la vida.

   Pero no hay que olvidar que pedagógicamente, tanto los niños de altas capacidades como aquellos que van por detrás de la media están catalogados como niños con necesidades educativas especiales. Sí, un superdotado tiene necesidades especiales que no se refieren a que haya que comprarle más libros ni ponerle música clásica o documentales, y hay que cubrírselas. No, no se mueren si no se las cubrimos, igual que los niños con otros tipos de necesidades educativas especiales tampoco se mueren, pero hay consecuencias en ambos casos.

   Hay quien asocia la alta demanda con las altas capacidades, ya que en muchas ocasiones estos niños especiales ya vienen sabiendo cómo reclamar su correcta estimulación, pero ni todos los niños de alta demanda son superdotados (son simplemente eso, más demandantes de lo habitual), ni todos los niños que desarrollarán capacidades por encima de la media son altodemandantes.

   Ser padres de un niño con cualquier tipo de necesidad especial es una gran responsabilidad, y un niño con alta capacidad no sólo es un niño “más listo que los demás”, ni siquiera garantiza que sea el que va a sacar mejores notas o el que va a encontrar trabajo enseguida y de ministro para arriba.

   “¿Hay que preocuparse? ¿Debemos temer acaso que nos salga un niño así?” Pues tampoco. Y tampoco hay que obsesionarse con la estimulación en general, sino observar aquellos aspectos en los que nuestro peque sobresale y centrarnos en ellos, pero de forma tranquila y respetando su ritmo.

   “¿Pero y eso cómo y cuándo se sabe?” No te preocupes, lo sabrás, puede que haya un momento en que lo sospeches y al final no sea, pero si resulta que lo es, lo vas a saber, y en el cole mismamente te lo podrán confirmar. Pero si no puedes con la intriga y necesitas confirmarlo, hay una serie de claves para detectar a un superdotado

   Lo más probable es que si tienes un peque así, llegue un momento en que te sobrepase y necesites ayuda, o por lo menos orientación, para darle todo lo que necesite y evitar, sobre todo, que se frustre y que desarrolle problemas de conducta negativos (que son algunas de las consecuencias de la incorrecta atención de sus necesidades especiales).

   También aclarar que no siempre altas capacidades y superdotado son conceptos equivalentes. Se puede sobresalir de la media sin llegar a ser superdotado.

   Y hoy, sobre todo, me querría centrar en cómo me sentiría como madre si alguno de mis peques estuviera diagnosticado como de capacidades especialmente altas. En primer lugar ¿lo desearía? ¿desearías tú que tu peque sobresaliera de la media? Yo sinceramente diría que me es indiferente, que aceptaría a mis peques tal y como son independientemente de cómo fuera su inteligencia con respecto a los demás, tanto si van por delante como por detrás, como en el mismo punto medio, y me centraría en dedicarles el máximo tiempo que me fuera posible dentro de mis circunstancias, para disfrutar de ellos y conocerles lo más profundamente posible, saber qué les gusta, qué les hace felices, qué les resulta difícil, en qué les puedo ayudar o estimular, transmitirles toda mi experiencia, y sobre todo, que sientan que nunca les va a faltar el amor y la comprensión por parte de sus padres.

   Porque es fácil que los niños especiales se sientan incomprendidos, aburridos y sobreexigidos, que se retraigan y se aíslen del mundo.

   “¿Se debe coartar que sobresalgan? ¿Es preferible tener un peque más normalillo y que se integre mejor en la sociedad? ¿Acaso es esto posible?” Realmente, hagamos lo que hagamos, no vamos a “bajar el nivel” de nuestro peque aunque queramos, lo único que podemos conseguir es generarle cuanto menos ansiedad, rechazo a sí mismo y baja autoestima. Habrá quien piense que nadie en su sano juicio querría hacer algo así, pero hay personas para las que es más importante que su peque se integre con la media y sea un niño “normal”, que sea como los demás, que haga lo mismo que la mayoría, que no destaque, ya que piensan que así serán más felices, porque, por desgracia, en nuestra sociedad, lo diferente muchas veces genera rechazo, y ninguno queremos que nuestro peque sea el rechazado, el paria, el “rarito”, el “empollón”, el que incluso sufre bulling. Y por lo que debemos empezar es por enseñar a nuestros hijos a amar y aceptar la diversidad, y esto en mi opinión es tarea compartida de los centros escolares y los padres, pero el peso de esta labor debe recaer siempre en los padres o tutores, sobre todo a través del ejemplo.

   Al fin y al cabo, lo que queremos todos los padres, sin ir más lejos, es la felicidad y el bienestar de nuestros peques.

   Mi consejo es no obsesionarse con tratar de definir el coeficiente intelectual de nuestros hijos para detectar cuanto antes sus capacidades, simplemente disfrutar de nuestros peques tal y como son, sin compararles, y si llega el caso de que descubrimos que sus necesidades son tan especiales que ya nos sobrepasa intentar cubrirlas, pedir ayuda y orientación, y sobre todo, que sientan que les damos todo el apoyo y la aceptación que podamos.