viernes, 17 de junio de 2016

Señoras que comparan

   Hoy dedico esta entrada a las “Señoras que comparan tu embarazo/parto/crianza”, con los suyos, con los de sus conocidas o incluso con tus propios embarazos/partos/crianzas anteriores. Si bien es cierto que a la hora de opinar, comparar o criticar cualquiera que tenga boca se lanza (de hecho, yo he recibido comparaciones muy irritantes por parte de señores y no tan señores), la mayoría de las veces son las madres, suegras, abuelas o vecinas las que comparan con buenas, o no tan buenas intenciones.

   Una de las cosas que he aprendido de mi maternidad es que nunca se debe comparar, no sólo porque las comparaciones no sientan bien (ni siquiera aquellas en las que una parece que sale ganando) sino porque no son justas, ya que no existen dos embarazadas iguales, ni embarazos iguales siquiera en la misma mujer, ni partos iguales, ni bebés o niños iguales, ni circunstancias personales iguales, y además, los tiempos cambian.

   Y aunque haya quien diga que cualquier tiempo pasado fue mejor, yo he vivido una infancia en la que, por ejemplo, era socialmente aceptable fumar delante de embarazadas, bebés y niños (incluso echarles el humo para “fortalecer sus pulmones”), y el médico te recibía con la consulta llena de humo y el cenicero lleno de colillas, y “no pasaba nada”. Igual que “no pasaba nada” porque viajaban 6 niños en el asiento trasero de un seiscientos sin cinturón de seguridad ni “tonterías modernas”.

   Una con el tiempo va entrando en modo “zen” y le resbala todo lo que le digan los “opinólogos”, pero, en un principio me irritaba muchísimo que me compararan. A ninguna embarazada con malestares muy acusados le gusta que le digan que “pues Fulanita de Copas estaba perfecta, preciosa y radiante”, o que “cómo que ya está de baja si Menganita poco más y tiene al niño en el trabajo”. Cada una tiene una fisionomía, y ni siquiera sienta bien que te digan que qué poca o cuantísima barriga tienes al lado de Fulgencita, que está divina y tú con esas ojeras.



 -"Ésta seguro que no te la han dicho... ¿seguro que no son gemelos? jurjurjurjur"...
(mención especial a todas esas señoras que manosean tripitas sin pedir permiso)


   No, los embarazos no se comparan (ni las barrigas siquiera, qué mania de preguntarle a una cuánto peso has puesto), ni los partos tampoco, unos tardan más, otros menos, unos son más intervenidos y otros más naturales, y algunos dan lugar a postpartos peores (“perdone que esté echa polvo a pesar de no haber tenido una cesárea, pero he tenido muchísimos desgarro y muchísima pérdida de sangre y no puedo ponerme de pie y andar por la habitación como si nada, como hace aquella muchacha a la que no le han dado ni un punto”).

   Ok señora, usted tuvo 4 ó 5 y nadie la ayudó, ni siquiera su marido porque antes los maridos no “ayudaban” (nótese que a la corresponsabilidad se le sigue llamando ayudar en el siglo en que estamos), tenía la casa radiante y al día siguiente de parir ya estaba llena de energía y llevando a sus peques al cole como si nada, minipunto para usted, pero mis circunstancias no las conoce y quizá de tantas criaturas como tuvo ninguna le salió tan demandante como la mía, pero ah claro, que eso es porque yo no lo estoy haciendo bien...

   Pero ya el colmo de las comparaciones llega cuando estás criando a tu bebé, sobre todo si tu filosofía de crianza difiere de lo “tradicional” (vamos, de lo que han hecho nuestras madres o abuelas), y es como si sintieran que de alguna forma les estás diciendo (aunque ni abras la boca) que ellas lo hicieron mal y sintieran la necesidad de justificarse y decir “pues no lo haría tan mal porque mis hijos mira qué bien, qué sanos y qué hermosos y felices se ven”.

   Sí, señora, usted con sus hijos lo hizo de otra manera y “están perfectamente”, igual que usted también está “perfectamente” y seguro que su madre a usted tampoco la crió exactamente de la misma manera que crió usted a sus hijos.

   Pero resulta que los tiempos van cambiando, y cada madre hace con sus hijos lo que piensa que es mejor para ellos en base a la información y los conocimientos de que dispone en ese momento. A unas les dijeron que sus bebés debían dormir boca abajo, a otras que boca arriba, a unas que les dieran biberón que total era igual que la leche materna y las iba a liberar como mujeres, a otras les dijeron que dejar llorar a sus bebés era bueno para sus pulmones y que era malísimo, peligrosísimo e incluso antihigiénico que los padres durmieran con sus hijos.

   Y qué casualidad que todas las cosas que difieren y chocan con mentalidades de otra época son siempre “moderneces”, tonterías y modas absurdas para estas señoras, que ya parece que han olvidado que hubo un momento en que hacerle tantas revisiones a los niños y ponerles tantas vacunas también era una modernez y una tontería que “no servía para nada”.

   Por supuesto que hay muchísimos niños que se han criado estupendamente tomando biberón y sólidos a partir de los 4 meses, pero también hay otros muchos que han desarrollado intolerancias y con los que sus padres se han tenido que gastar una pasta en leches especiales porque la de vaca era una bomba para sus peques.

   Poca gente se imagina el proceso al que hay que someter la leche de otra especie para hacerla apta para la nuestra, pues ahora imagina una época en la que, si no había otro remedio, se le metía al niño leche de vaca o de cabra tal cual o diluida en agua, y en muchos casos “no pasaba absolutamente nada”, y no quiere decir que sea lo más saludable o que realmente a nuestro peque no le vaya a pasar nada si se lo hacemos así.

   Por supuesto que no nos ha pasado nada a todos los que no hemos viajado a contramarcha de pequeños, ni hemos usado cinturón siquiera y estamos aquí para contarlo, pero a muchos otros sí les ha pasado.

   Y me sigue dando un poco de rabia que piensen que mi forma de criar a mi peque se basa en una cultura moderna o en un libro de marras, cuando lo único que hago es seguir mi instinto y utilizar los conocimientos de que dispongo en base a mis vivencias, a mi experiencia y a las últimas evidencias científicas a las que tengo acceso, para tratar en la medida de lo posible de averiguar y cubrir las necesidades de mi peque y aportarle salud, bienestar, amor y felicidad. Vamos, que lo que hago es lo mismo que hacen toooodas las madres del mundo y que han hecho a lo largo de la historia, y que unas lo hagan de una manera y otras de otra no significa que unas sean mejores y otras peores, símplemente que disponen de otros conocimientos o que sienten que lo que hacen y cómo lo hacen es lo correcto y lo mejor.

jueves, 2 de junio de 2016

Lo que aprendí sobre culillos delicados y pieles atópicas

   Cada vez son más los casos de niños y bebés con pieles atópicas en diferentes grados. Aunque pieles sensibles las ha habido de toda la vida, hay quien asocia este creciente fenómeno con los productos que usamos para nuestros peques (jabones, cremas, lociones...) que contienen ingredientes que aunque aseguran ser seguros, suaves y respetuosos con la delicada piel de los bebés, a corto o largo plazo generan problemas de sensibilidad e incluso alergias.

   Hoy en día se va optando más por utilizar productos muy naturales, de composición muy simple, y sin abusar, puesto que si bien es beneficioso que nuestros peques tengan la piel hidratada, tampoco hace falta estar todo el día encremándolos hasta que estén más resbalosos que un lenguado.

   Para el cambio de pañal hace tiempo que se dejó de aconsejar utilizar polvos de talco, que pretendían proteger la piel de la humedad pero la resecaban mucho, y en su lugar se usan las llamadas cremas o barreras antihumedad para culete, o pastas al agua.

   Este tipo de cremas no son aconsejables si se usan pañales de tela, ya que interfieren con la capacidad de absorción de éstos y pueden terminar ocasionando fugas e irritaciones. Si se usan este tipo de pañales es preferible no aplicar ningún tipo de crema o aceite, o en todo caso aplicar algo que sea de absorción muy rápida.

   Pero aunque se tengan todo tipo de precauciones, nos podemos encontrar con que nuestro peque sufre un brote de dermatitis atópica, bien localizada en la zona del pañal, o bien en otras zonas del cuerpo.

   En el caso de que la irritación se concentre en la zona del pañal, debemos evitar que la zona esté húmeda. El primer frente que vamos a abordar es el pañal en sí, ya que puede que lo que esté ocasionando ese brote sea algún producto de la composición del mismo al que nuestro bebé muestra sensibilidad.

   Los pañales desechables están hechos de celulosas y otros materiales más revolucionarios, pero quizá no tan delicados, y pueden contener restos de químicos derivados de su elaboración que también pueden ser responsables de causar dermatitis, o tal vez la absorción no es la óptima.

   Lo primero que habría que hacer sería probar otras marcas, y sobre todo, cambiar con mucha frecuencia, sin esperar a que el pañal pese.

   Muchas mamás y papás encuentran la solución a la piel delicada de la zona del pañal de su bebé en los pañales de tela, pero siempre probando antes ya que los hay de materiales más naturales como el bambú, o de microfibra sintética, y a algunos niños les van bien unos y a otros les van mejor otros.




   Cuando nos ponemos a comparar el precio de un pañal de tela con el de uno desechable, lo cierto es que nos puede parecer una diferencia abismal, ya que estamos hablando de unos céntimos frente a en torno a 30 euros en caso de las marcas más punteras, pero claro, éstas no sólo es que permiten reutilizar el pañal las veces que sea necesario hasta que el precio se equipara, sino que apenas pierden calidad con los lavados, al contrario de lo que ocurre con algunas marcas de pañales de tela más baratos.

   Sin embargo, la inversión inicial nos sigue dando dolor de hígado (que está la cosa muy mala), así que nos sentimos tentados a adquirir un pack de 10, 20 o 50 pañales, y en mi opinión personal, lanzarse a comprar tantísimos pañales de una misma marca o modelo sin haberlo probado antes con nuestro bebé es un error, puesto que tanto el material como el sistema de pañal (no olvidemos que existen muchos tipos de pañales de tela) puede no ser el que mejor nos convenga, por comodidad, ajuste o resultados sobre la piel del bebé. También existen proveedores que ofrecen lotes de prueba a precios bastante interesantes.

   En caso de brote de dermatitis del pañal, lo ideal es dejar la zona al aire el mayor tiempo posible, siempre que nos lo podamos permitir, claro, que nuestros peques paseen el plan comando por la casa o por el jardín (el que tenga la suerte de tenerlo), si es que el tiempo acompaña, lo cuál ya de paso los va preparando para el control de esfínteres.

   Otro cuidado para esta zona sería disminuir o eliminar en la medida de lo posible el uso de toallitas, lavando la zona con agua tibia tras cada cambio de pañal y secando a toquecitos con una toalla.

 
 Aquí os dejo unos consejos de la página http://blogs.sefac.org/rincon-linimento/dermatitis-del-panal


   Si la dermatitis aparece en otras zonas del cuerpo, hay una serie de cuidados que podemos probar para mejorarla o prevenirla. En primer lugar, disminuir la frecuencia de baños, ya que los bebés no sudan como los adultos, y si no se han ensuciado durante el día, no es necesario lavarles a diario, ya que al hacerlo eliminamos la barrera natural de protección de la piel, y tendemos también a resecarla.

   Durante el baño, se desaconseja tanto el agua a temperatura muy elevada (mejor templadita) como el uso de esponja (aplicaríamos el jabón con la mano), por muy suave y natural que sea. Y optar o bien por productos muy naturales y de composición simple, como ya dije en un principio, o bien por aquellos que son específicos para pieles atópicas.

   En nuestro caso, teníamos muchas ganas de que nuestra Gansi dejara de usar productos específicos para bebés, puesto que los de niños más mayorcitos tienen dibujos, diseños, colores y perfumes muy llamativos, pero al comenzar a usarlos vimos la dermatitis de nuestra peque bastante agravada, así que regresamos a los productos suaves.


 Quizá la elección del color no fue la más afortunada...


   De momento su caso no llega a ser severo, pero aún tiene brotes esporádicos, aunque cada vez más controlados.

    Para casos ya muy severos, y siempre bajo prescripción médica, se pueden usar corticoides.

   Otra cosa que nos ha funcionado muy bien es usar ropa 100% algodón (por muy atractiva que sea la licra y por muy versátil que sea el poliéster), y si es ecológico, mejor.