jueves, 28 de abril de 2016

Y yo que creía que (19) a mí no me iba a tocar...

   Desde que nos enteramos de que vamos a ser papás, junto con el cúmulo de ilusiones y felicidad, es inevitable que se nos vengan a la cabeza pensamientos negativos sobre todo lo que pudiera ir mal, y nuestro más anhelado deseo es que nuestro bebé nazca sano, aunque sabemos que existe la posibilidad de que no sea así. No quisiera hacer una publicación triste en esta ocasión, ni dar demasiado mal rollo, así que, al menos hoy, no voy a hacer mención de la peor de las suertes, que es perder a nuestro bebé, ni tampoco de que su salud no sea óptima.

   Quisiera centrarme en otras cosas que te pueden tocar en la lotería de la paternidad. Cosas que antes de ser padres pensamos que a nosotros no nos van a pasar, porque no vamos a cometer los mismos "errores" que aquellos a los que les ha pasado. Vamos, un poco un resumen de lo que viene siendo toda la temática de este blog. Y es que muchas veces se nos idealiza tanto la imagen de lo que es un hijo (especialmente un bebé), que los papás primerizos pierden la noción de lo que son “historias para no dormir” (cosas que te pueden pasar, y que no está de más conocer para estar prevenidos, aunque no nos apetezca en absoluto oírlas, pero que son poco probables o poco frecuentes), y cosas que entran perfectamente dentro de la normalidad (y con gran probabilidad nos ocurrirán), pero que no casan con la idea que nos han vendido toda la vida sobre los bebés.

   Por ejemplo, de poco sirve contarle a una embarazada a punto de dar a luz, una historia truculenta sobre lo mal que fue tu parto o el de Menganita, lo mal que se portaron contigo en el hospital, o que tuviste una hemorragia que casi no lo cuentas, o que los médicos cometieron una negligencia que casi acaba con la vida de tu peque. Pero tampoco le vamos a decir que ni se va a enterar de nada, que tendrá en los brazos a su bebé y todo será maravilloso, que un parto es coser y cantar. Lo habitual es que el parto se desarrolle con normalidad, y en ese momento lo mejor es no pensar en que algo se pudiera torcer, sino concentrarnos en la labor de ayudar a nuestra criatura a venir al mundo, que no es poco. Es bueno, sin embargo, conocer de antemano lo que vamos a experimentar, lo que se siente, que nos ayuden a gestionar el dolor y a relajarnos, a respirar, incluso hablar sobre nuestra experiencia con la epidural si la pedimos (la postura que debemos mantener, las respiraciones, el efecto que se nota, etc...), si la madre está pensando recurrir a ella.

   Una vez que tenemos a nuestro peque todos queremos lo que creemos que es normal: que duerma mucho, llore poco, y lo podamos dejar en el carrito o en la cuna e irnos a hacer nuestras cosas, y que si le damos el pecho que lo coja bien a la primera y no nos vuelva a pedir hasta dentro de 3 horas mínimo. Todo lo que se salga de esto ya entra dentro de lo que creemos que son historias de terror que va contando la gente, a la que “les tocan” niños que no duermen, o que no se agarran bien al pecho, o que quieren estar en brazos todo el día, o que comen con más frecuencia, o que lloran mucho. “Algo habrán hecho mal los padres, porque esto no es normal”.


 "Así no era como decían en Pinterest..."


   Aunque sí es verdad que dentro de esto hay casos excepcionales de bebés especialmente demandantes, que literalmente no duermen prácticamente nada en todo el día, que están llenitos de cólicos y no paran de llorar durante meses, no podemos cruzar los dedos y decir “uy, a mí no me va a tocar de esos, el mío será de los normales, de los que duermen mucho y comen lo justo para ir poniendo el peso que el pediatra me diga que es normal”.

   Si estamos conversando con una futura mamá, o una mujer que piensa ser madre en breve o algún día, y yo le comento que es perfectamente normal que los bebés se despierten cada hora por la noche, ¿de qué sirve que tú le cuentes, poniendo cara de "qué exagerada es ésta", que el tuyo era un bendito desde que nació, que le dabas el último biberón a las 11 de la noche y hasta las 7 no se despertaba (a menos que le especifiques que tu suerte ha sido excepcional)? ¿qué pensará que es lo normal? Por supuesto esperará que le toque lo tuyo, y creerá que mi bebé o es que no era normal o que yo hice algo mal, y se propondrá firmemente que a ella no le ocurra, y si decide dar el pecho le echará la culpa de que su bebé no duerma “del tirón” por la noche a la lactancia y le meterá “ayuditas” para descansar (“porque los bebés tienen que dormir del tirón por la noche, que el de Menganita lo hacía”).

   Si nos escondemos para dar el pecho a nuestro bebé ¿qué mensaje le estamos dando a una madre que esté pensando en amamantar al suyo? Que es algo vergonzoso, o demasiado íntimo, que no se puede hacer en cualquier parte, y que tiene que ser fácil o lo dejamos, porque para estar sufriendo mejor dejarlo. ¿Cómo va a saber una madre primeriza la postura más adecuada que favorezca un mejor agarre, facilite a su bebé la succión y minimice los cólicos, si no lo ha visto nunca en otra madre?

   ¿Cómo van a saber las madres recientes que es normal que sus bebés pasen por fases en las que demandarán tomar el pecho con más frecuencia si les decimos que los bebés comen cada 2 ó 3 horas? ¿Cómo van a saber que es normal que en algunos momentos noten sus pechos vacíos y que eso no significa que se hayan quedado sin leche, si nadie les dice aunque no saquen nada por mucho que se estrujen con el sacaleches, el bebé sí que saca?

   Es una responsabilidad conjunta el normalizar que un bebé quiera estar en brazos, porque una futura mamá primeriza probablemente no sepa distinguir si lo que le estás contando te pasó a ti por alguna razón (“quizá tu bebé demandó mucho los brazos porque lo acostumbraste, pero yo al mío ni lo toco, no vaya a ser que luego no me deje hacer nada”), y a ella no tiene por qué pasarle porque no es lo habitual, o bien puede esperar tranquilamente que le suceda porque es lo más natural del mundo. Haced la prueba, cualquier cosa que le contéis a una futura primeriza, que hayáis descubierto que es algo inherente a la maternidad, y que se salga de la imagen dulcificada de bebé Nenuco que nos venden, hará que os mire con gesto de terror, que se santigüe y diga (“¡uy, que no me toque a mí eso”!).

   Y otra de las cosas que deberíamos luchar porque cambiara, es lo referente a los profesionales de la salud. Dejando claro, primero que todo, que en este campo hay también grandísimos profesionales, más que adecuadamente formados, que debieran ser ejemplo para todos los demás. Debería estar terminantemente prohibido que médicos, matronas, pediatras y demás dieran consejos sobre maternidad, crianza y lactancia que se salieran de su formación académica, o al menos señalar que lo que están diciendo es méramente su opinión personal. Y por supuesto refrescar y actualizar sus conocimientos.

   ¿Cómo se puede consentir que todavía haya pediatras que aconsejen dar el pecho 10 minutos en cada pecho cada 3 horas? ¿O matronas que no conozcan la posibilidad de relactar a un bebé que ha sido suplementado, por la razón que sea, con leche de fórmula? (conozco un caso muy cercano de lactancia mixta en el que una matrona le dijo a la mamá que dejara el pecho porque ya nunca iba a tener suficiente leche para su bebé, y por supuesto ella le hizo caso, “¡si era una figura médica! ¡debía saber de lo que hablaba! Lo habría estudiado... no?”). ¿Cómo no está penado por ley que un profesional se ampare en su titulación o puesto para dar consejos sobre temas en los que no está cualificado, mermando con ello la salud de mujeres y niños? ¿Se puede tolerar que se siga haciendo dudar a las madres de la calidad de su leche?

   Y si nos vamos a temas de crianza, ya es de traca. Que un pediatra te pregunte si coges a tu bebé en brazos o si dormís en el mismo cuarto o en la misma cama, y no te pregunte si usáis sistemas de retención adecuados en el coche o si fumáis delante del bebé, es muy fuerte...

   O que a muchos padres se les siga pautando para su bebé la misma introducción de sólidos de hace 30 años, y no se les hable siquiera de la posibilidad de no recurrir a papillas, o que delante de un póster de la OMS que recomienda lactancia exclusiva (materna o artificial) hasta los 6 meses, se les diga a los padres “vamos a meterle ya la papillita con 4 meses, le das los cereales por la noche para que coja peso y duerma mejor”, es de una ignorancia que debería estar perseguida por la justicia.


 "Pero la OMS dice..." "¿A mí que me cuenta señora? Usted haga lo que pone el papelito..."
(Se me ocurre un quiz, buscad errores en el texto, juis juis juis...)


   Todas estas cosas, junto con el testimonio de la Puri y de la Mari a las que les tocaron en suerte “bebés Nenuco”, hacen que las madres, una vez que tienen la tranquilidad de que su hijo esté sano, pasen a preocuparse por cosas que no son para nada preocupantes, y crucen los dedos para que no “les toquen” bebés de esos que lloran, que no comen cada 3 horitas, que no duermen toda la noche, que no quieren estar solitos en la cuna o en el carrito, que están por debajo del percentil 50, etc... vamos, lo que viene siendo un bebé totalmente normal...

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