domingo, 30 de agosto de 2015

Qué necesitarás en el puerperio

   Cuando estaba embarazada de mi Gansi hice lo que hacen todas las futuras mamás: esmerarme en preparar la llegada al mundo de mi peque. Me hice una lista de todas las cosas que “debía” comprar, o que tenía que meter en el bolso para el hospital, y me aprovisioné de toda clase de chismes que pensé que necesitaría, muchos de ellos “porsiacasos”. Y eso que me refrené bastante porque no me gusta el consumismo.



 "Cariño... ¿tú crees que nos dejarán pasar con todo esto al hospital?"


   Me aseguré de que para cuando tuviera a mi peque no le faltara de nada, pero hay algo en lo que no caí, que probablemente a muchas primerizas también les pase, no caí en qué iba a necesitar yo.

   Por supuesto llevaba un bolso para mí al hospital, pero se reducía a artículos de higiene personal y ropa. Lo único que compré pensando en mí como mamá fue un sujetador cómodo para la lactancia y bragas desechables (detalle éste en el que caí únicamente porque una reciente mamá me las había aconsejado fervientemente).

   Cuando estamos embarazadas todo son atenciones, pero una vez que damos a luz todos los cuidados son para el bebé. Las mamás pasamos a ser el último mojón y todo el mundo asume que estamos bien, que no necesitamos nada en especial y que lo tenemos todo bajo control. Incluso nosotras mismas nos enfocamos tanto en el cuidado de nuestra criatura (que no es moco de pavo) que nos olvidamos de que también necesitamos que nos cuiden. 

   Y no me refiero a irnos a un balneario o de compras, me refiero a cuidados muy básicos que en el momento en que damos a luz tendemos a olvidar. Tenemos que cuidarnos, porque para atender óptimamente a nuestra criatura debemos estar lo mejor posible, y cuanto más dejemos atado y más previsoras hayamos sido más reduciremos posibles fuentes de estrés que nos impedirán disfrutar plenamente de nuestra maternidad.

   Así que, futura mamá, si has preparado una larga lista de cosas para cuando nazca tu bebé, no olvides hacer una también para ti. Aquí te dejo mi pequeña contribución, algunas son cosas que necesitarás indudablemente, y otras simplemente te vendrán muy bien:

  • Ropa interior desechable. Los primeros loquios pueden destrozar tu ropa interior, y es posible que tengas que cambiarte muy a menudo. Calcula unas cuantas para el hospital, sobre todo, y quizá para los primeros días de casa, que es cuando el sangrado es más abundante. Recopila también las bragas más feas y dadas de sí (todas tenemos alguna de esas en el cajón) que tengas para poder usarlas hasta que lo tengas todo bajo control.
  • Compresas de algodón. Las de celulosa no se aconsejan, ni tampoco los tampones, de las copas menstruales no puedo decir nada pero yo personalmente no tenía la zona cero como para andarme metiendo nada. Calcula bastantes porque yo compré pocas y me veía a cada rato teniendo que ir a comprarlas o encargando que me trajeran. A mí me iban bien las de Mercadona, más baratas que las de farmacia y muy competentes. Recuerda que puede que te lleves 40 días aproximadamente sangrando (yo me tiré los 40 sin tregua), aunque hay quien se lleva menos tiempo. Al menos asegúrate de tener suficientes para la primera semana o dos semanas, que es cuando más necesitarás descansar.



  • Discos de lactancia. Si vas a dar el pecho los vas a necesitar. Aparte de que proporcionan comodidad evitando el roce directo de tus ahora tan sensibles pezones contra la ropa interior, descubrirás que el rato que no te los pongas tendrás que cambiarte de camiseta porque parecerá que te has agachado sobre una pecera. Te recomiendo usarlos de tela, ya que son más ecológicos y a la larga te salen más económicos.



  • Sujetadores de lactancia. ¡En plural! Aunque parezca una obviedad, tan poco fue lo que me esmeré en mis propias necesidades que me compré sólo uno, y claro, de vez en cuando había que lavarlo, y para ir de tiendas no estaba yo y mucho menos mi peque con sus cólicos. Ten suficientes como para poder lavarlos sin estrés, ya que la alternativa es ir sin nada, lo cual no te resultará muy cómodo, y menos aún tratar de ponerte tus sujetadores de siempre, a no ser que acostumbraras a usarlos sin aros o de tipo deportivo. Yo los terminé usando también por la noche, cosa a lo que me costó habituarme, pero finalmente lo vi necesario puesto que estaba mucho más cómoda, y de otra manera no me podía dejar puestos los discos de lactancia y acababa con el pijama empapado de leche. No te encariñes mucho con ellos, sobre todo si vas a dar el pecho un tiempo prolongado (lactancia a término), ya que lo más seguro es que terminen destrozados de los tirones y deformados por apartarlos una y otra vez.




  • Ropa cómoda. Tardarás un tiempo en poder volver a ponerte tu ropa, ya que el cuerpo debe volver a ponerlo todo en su lugar y esto no es automático como en las películas (ya nos gustaría). Quizá tengas que apañarte una temporada siguiendo con la ropa premamá, prendas sueltas y, si das el pecho, que te permitan descubrirlo con comodidad.

  • Una buena provisión de alimentos no perecederos y enseres domésticos. Evidentemente esto no es para llevártelo al hospital. Con un recién nacido no se hace la compra igual, te lo garantizo, y tú lo que necesitarás es descansar, no patearte un supermercado. Si tienes la suerte de tener a alguien que te haga la compra, perfecto. Otra opción es que te familiarices con las compras online, pero incluso esto te hará invertir tiempo que quizá prefieras emplear en otros menesteres, como atender a tu peque... ¡y descansar! Sé que insisto mucho con el tema del descanso, pero el parto y los primeros días del puerperio te dejan el cuerpo molido como si acabaras de hacer la maratón de tu vida, y si no te recuperas lo vas arrastrando y aquello va creciendo como una bola de nieve y generándote un estrés adicional.

  • Abrazar el minimalismo en tu hogar, aunque sea temporalmente. Cuantos menos tiestos tengas que limpiar y colocar (o tu peque romper o poder hacerse daño con ellos), mejor. Si puedes, mete en cajas todo lo que vayas considerando, y ya lo irás sacando con el tiempo.

  • Cremas corporales hidratantes. Durante el embarazo la hidratación es muy importante para prevenir estrías, pero tras dar a luz es conveniente seguir hidratando la piel para ayudarla a volver a su sitio, aportándole elasticidad. No te olvides de los pechos, sobre todo si alimentas a tu bebé con lactancia materna, ya que éstos experimentarán muchos cambios de volumen (yo tengo un muestrario de tallas de sujetador que van desde la 85 a la 100, para ilustrar dichos cambios). En este caso el producto que uses tiene que ser muy suave y lo más natural posible, evitando la zona del pezón para que nuestro bebé no lo ingiera accidentalmente.


  • Una cuchilla de afeitar. Esto no es algo que necesites, es simplemente una recomendación mía. Yo eché de menos tener a mano algo con lo que quitarme los pelos rápidamente (ten en cuenta que es muy posible que tengas que darte duchas express una temporada). Ya habrá tiempo de hacerse la cera o lo que sea que uses. Siempre puedes dejarlo todo al natural...

   Y por lo pronto eso es todo lo que se me ocurre. Si crees que falta algo, déjamelo en los comentarios y estaré encantada de ampliar la lista. ¿Qué echaste tú de menos no haber tenido preparado para tí una vez que tuviste a tu peque?

sábado, 15 de agosto de 2015

Lo que aprendí de: la estimulación

   Desde que estaba embarazada de mi Gansi siempre me tomé muy en serio el tema de la estimulación, y tenía la idea de que cuanto más y cuanto antes mejor, que así mi peque sería más inteligente e incluso se desarrollaría antes.

   Todos queremos que nuestros hijos sean inteligentes, claro que sí, pensamos que así su vida será más fácil, y como padres usamos las herramientas que tenemos a mano para fomentar su desarrollo intelectual.

   Por eso no paraba de escuchar música clásica durante el embarazo. Lo cierto es que ni a día de hoy he recopilado suficientes argumentos como para decir con seguridad si esto realmente sirve de algo o no.

   La estimulación temprana, una vez que tuve a mi peque, era el tema que más me preocupaba después de sus cólicos y la falta de sueño. Me preocupaba, de hecho, hasta el agobio. Leía e investigaba (en el poco tiempo que tenía) cómo podía hacer para estimular a mi bebé, qué hacen o deberían hacer los bebés en cada etapa de su desarrollo y cómo fomentarlo, y a qué juegan. Me inquietaba profundamente que se aburriera.

   Y cuando leí acerca de los periodos sensibles el agobio se acrecentó. ¿Y si no estaba aprovechando al máximo el momento de mayor aprendizaje de mi peque? ¿Y si estaba desaprovechando su potencial? 


 "¡Oh, nooooooooo!"

   Recuerdo que le ponía a mi Gansi cds de música para bebés, y los vídeos de Baby Einstein, y me inquietaba que no le llamaran la atención. Si bien es cierto que ahora es ver mi peque una pantalla encendida y sucumbir a su imnótico encanto (que creo firmemente que si pusiera la tele en mi casa durante todo el día mi Gansi se quedaría inmóvil en el sofá sin apenas parpadear durante horas y horas), durante un tiempo hasta más allá del primer año de su vida no le llamaba en absoluto la atención, pusiera lo que pusiera, ni dibujos especiales para bebés.

   Lo que ahora pienso que es una suerte estupenda que tuve, en su momento me pareció una maldición. “¿Cómo estimulo entonces a mi peque? ¿Cómo se va a beneficiar su intelecto de todas esas imágenes, colores, formas, números y letras con melodías de música clásica de fondo?”

   Y es que lo primero que aprendí de la estimulación en niños y bebés es que es un arma de doble filo, que una incorrecta estimulación, y sobre todo, y exceso de estimulación, puede ser contraproducente.

   Nosotros, los adultos, estamos acostumbrados a un ritmo de vida frenético, a ser bombardeados por cientos de estímulos a la vez, y esto para los bebés puede ser una sobrecarga.

   Al mirar, tocar y hablar a tu bebé ya lo estás estimulando. Al dejarle moverse con libertad, manipular objetos, llevárselos a la boca y observar el ruido que hacen al caerse, tu peque se estimula más que si le das un paseo de una hora amarrado en el carro y luego le pones delante un juguete lleno de luces que pita, habla y canta, y dice el abecedario en inglés y cantonés.


 "¿Y ahora qué hago con todo esto?"

   Pero en la inseguridad de una madre primeriza, como yo, pensaba que esto no podía ser suficiente. “¿Y si le voy enseñando ya los números y las letras?” He tirado juguetes para bebés (machacados por su uso) llenos de letritas y números que mi peque nunca será consciente de que tenían. Puedo asegurar que no contribuyeron en absoluto a que mi Gansi aprendiera antes a identificarlos.

   No siempre los fabricantes de juguetes se apoyan en la pedagogía de la forma que algunos padres querríamos, y a veces las edades recomendadas no están muy ajustadas o no las interpretamos bien. Puede que diga a partir de 18 meses porque el niño a esa edad ya sea capaz de manipularlo con seguridad e incluso disfrute con él si los padres colaboran en el juego, pero quizá aún no puede, madurativamente, sacar partido de la parte educativa del juguete, y menos por sí mismo.

   A medida que los niños van creciendo, la sobrecarga de estímulos a los que los sometemos es brutal. Los apuntamos a la máxima cantidad de extraescolares que podemos, les ponemos los dibujos animados más coloridos y ruidosos que hay, les compramos los juguetes más electrónicamente complejos, y vamos sobrecargando el estímulo visual y auditivo sobre todo, consiguiendo en ocasiones que nuestros niños se vuelvan nerviosos e hiperactivos.

   Niños movidos los ha habido toda la vida y los seguirá habiendo. Igual que hay algunos que necesitan un contacto constante durante los primeros años de su vida, hay otros más demandantes de estímulos. Pero hay otros a los que inconscientemente volvemos así, estimulodependientes por así decirlo, niños a los que les cuesta concentrarse en realizar una actividad por más de 5 minutos y necesitan cambiar constantemente de tarea.




   Yo que tenía pánico a que mi peque se aburriera, porque pensaba que estaba desperdiciando una oportunidad de que se estimulara o aprendiera algo nuevo, aprendí que el aburrimiento puede ser bueno, y es necesario que los niños se aburran de vez en cuando un rato porque esto fomenta su imaginación.

   Os recomiendo el libro “educar desde el asombro” de Catherine L’ecuyer, que ofrece una visión de la crianza desde una perspectiva más relajada, valorando los estímulos obtenidos de lo cotidiano y la importancia de enseñar a los niños a sacar sus propias conclusiones.

   Lo principal en este tema, como en muchos en lo que se refiere a la crianza, es descubrir los ritmos del niño e irlos respetando, sin saturarlos, y ser conscientes de que cosas que para nosotros son habituales y no nos suponen estímulo en absoluto, para ellos son nuevas y en exceso pueden causarle estrés, por ejemplo, una habitación llena de gente y ruidos, un supermercado, una feria…

   ¿Nunca te has preguntado por qué cuando enseñas algo nuevo a tu peque y le gusta, hay veces que lo repite incesantemente? ¿Por qué no se cansa de eso a lo que estabais jugando y que le ha gustado tanto? ¿No será que te has aburrido tú antes porque para ti que eres una persona adulta ya no supone un estímulo y te resulta incluso chocante que a tu peque le siga fascinando?

   A mi peque le encanta hacer teatrillos y representar escenas de películas conmigo. Si os digo que un día tuve que recrear una misma escena de Frozen más de 30 veces seguidas entenderéis la manía que le tengo a la película. Y mi peque tan feliz, como si lo hacemos 30 veces más… 


 "¡Ooota ves! ¡Ota ves!"


   Creo que la clave está en observar y escuchar a nuestros peques, que ellos mismos nos vayan diciendo cómo estimularlos, qué les atrae y qué les interesa.