domingo, 1 de febrero de 2015

Los niños de hoy en día

   Cuando nos hacemos mayores, echamos la vista atrás y recordamos nuestra infancia. Entonces miramos a los niños de hoy en día y empezamos a buscar semejanzas y diferencias, y siempre ocurre que los que son niños ahora salen perdiendo en la comparación.

   No importa la edad que tengamos, siempre pensamos que éramos la mejor generación, los que más se divertían, los más educados y respetuosos, los que más valoraban aquello que poseían, los menos materialistas, los más inteligentes, los más felices etc. Y seguramente, cuando nuestros peques crezcan, les parecerá que los niños de su época también dejan mucho que desear.

   Nos ponen imágenes de programas como Super Nany (cuidadosamente seleccionadas, posiblemente manipuladas y sacadas de contexto) y nos echamos las manos a la cabeza. “¡Madre mía cómo están los niños hoy en día! ¡En mis tiempos no éramos así! Mi madre hace tiempo que me hubiera parado los pies de un chanclazo...”


 Imagen de: criaraunbebedificil.blogspot.com.es


   Y ni hablemos ya de la “juventud de hoy en día”, que eso es tema aparte, que parece que todos fueran dignos de “hermano mayor”, violentos, chonis, ninis..., como si no hubiera jóvenes inteligentes, implicados, solidarios, responsables etc.

   Pero centrémonos en los niños, que hoy en día, antiguamente y siempre serán eso: niños, con las mismas necesidades. ¿Realmente son tan diferentes los niños de hoy? ¿Tanto han cambiado? ¿Tanto ha variado la forma en que los criamos? Yo diría que es la sociedad entera la que ha cambiado, igual que seguirá cambiando y evolucionando siempre.

   Una de las cosas que son distintas ahora es el tiempo que pasan los niños con sus padres. Desde hace muchísimos años han existido niños que, por la razón que fuera, apenas pasaban tiempo con sus progenitores, y en lugar de ello, los cuidaba una institutriz, vivían en un internado, los mandaban a vivir con un pariente con más recursos, o les enviaban a servir a algún señor o a ser aprendices de algún oficio.

   Cuando se incorporó la mujer al mercado laboral era habitual que ambos padres trabajaran y que los niños tuvieran una tata, que podía ser contratada o un pariente, por lo general la abuela, que además vivía en casa. Estos niños crecían atendidos, aunque hubieran preferido que los atendieran sus padres, pero al menos, en el caso de los criados por su abuela, podían establecer un vínculo emocional.

   Porque de buscar un “sustituto” paterno, cuanto más natural y cercano mejor. El problema viene cuando el acompañamiento de nuestros hijos es artificial y pasajero, y esto hoy en día cada vez es más frecuente.

   Los niños tienen que pasar por varias manos de “seños de la guarde”, que tienen que atender a otros niños a la vez y con la que no pueden entablar ningún vínculo afectivo, por mucho cariño con que los traten, y pasan demasiadas horas frente a la “tele-niñera”. Normal que luego les cueste ser empáticos o solidarios.

   Es fácil que hoy los niños tengan demasiadas cosas, demasiados juguetes, demasiados caprichos para que jueguen solos y no nos reclamen, para que estén entretenidos y no molesten.

   La generación de niños actual está llena de hijos de padres que tuvieron hijos porque tocaba, pero que no se implican en su crianza, padres que tienen que trabajar demasiadas horas o buscar trabajo de forma incesante y no les quedan ni fuerzas para dedicar un rato a sus hijos, etc. Aunque por supuesto, y por fortuna, no todos son así.

   Lo peor que podemos hacer es generalizar. De toda la vida ha habido, y por desgracia habrá, niños maltratados de una forma u otra, desatendidos, o criados con métodos que, aunque para los padres sean lo mejor y los más adecuados, realmente no lo son.

   Todos sabemos la teoría, que por muy cansados y estresados que estemos, debemos tratar de pasar tiempo de calidad con nuestros hijos, pero esto no siempre nos es fácil de llevar a cabo, e inevitablemente los niños pagan las consecuencias.

   Pero aún así salen adelante, y eso es de admirar. Conseguir sacar un adulto responsable, solidario, buena persona, que cuide de los demás y que esté decidido a cambiar el mundo a mejor, es una labor complicada, que requiere un enorme esfuerzo de concienciación colectivo.

   Y el primer paso es tratar de comprender a los niños de hoy en día, que en el fondo no son tan distintos al resto de generaciones. Todos le hemos sacado la lengua a algún mayor, hemos hecho ruido cuando se supone que debíamos estar callados, hemos molestado, hecho travesuras, hemos tenido rabietas, hemos discutido, gritado, corrido y saltado, en algún momento holgazaneado, desobedecido, experimentado, tocado lo que no debíamos, sentido curiosidad... todos hemos sido niños.



2 comentarios:

  1. Me encanta tu reflexión, yo también creo que laS circunstancias son distintas pero los niños no lo son tanto, aunque a veces los adultos pretendamos que se adapten a nuestro ritmo frenético y se nos olvida que son niños.

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